1 de agosto de 2015

Mejor Manolo

Al principio, lo único que pasó fue el tiempo. Y después de pasar el tiempo, mi madre se quedó embarazada y luego llegó la Chirli, y con ella nuestra vida cambió tanto que casi nadie se acordaba del Secarral, salvo a fin de mes, cuando mi madre, primero embarazada y luego dando de mamar a la Chirli, miraba los papeles del banco, veía todo el dinero que debíamos y que todavía debemos, y decía moviendo la cabeza: «Ay, el apartamento de tu padre…» Así es mi madre, con nosotros hace lo mismo, cuando nuestra popularidad cae bajo mínimos porque lo normal (siempre según ella) es que seamos insoportables, le dice a mi padre: «Manolo, diles algo a tus hijos.» Pues eso, a estas alturas, el apartamento era de mi padre y sólo de mi padre, y más desde que el Pichón empezó a salir en la tele porque las obras de todos sus secarrales, el nuestro incluido, se habían quedado paralizadas. Al principio, a nosotros nos hacía bastante ilusión que en el telediario salieran imágenes de nuestro secarral, yo y el Imbécil nos sentíamos bastante en el epicentro de la noticia. A mi madre lo que le hacía ilusión es que dijeran que el Pichón no tenía permisos para llevar el agua hasta el secarral. Siempre decía: «Lo sabía, yo, lo del agua, ya lo sabía.»

Al final, siguiendo órdenes de mi abuelo, acabamos quitando la tele cada vez que salían secarrales porque era ver la cara del Pichón y mis padres empezar a pelearse: en persona, si estaba mi padre, y si no estaba, por el móvil, porque mi madre le llamaba para decirle: «Lo sabía, yo, lo del agua, ya lo sabía.»

Un día, el Imbécil le dijo a mi abuelo Nicolás:


-Abu, si se separan yo me quedo contigo.

Y yo le dije que de eso nada, que yo era el mayor y era el que elegía, y que el abuelo de siempre había sido más mío porque llegué antes a este planeta. Nos pusimos a pelearnos nosotros también y mi abuelo nos dijo que no nos hiciéramos ilusiones, que en nuestra casa no teníamos dinero para separarnos unos de otros y que, entonces, más nos valía llevarnos bien. Y lo dijo tan en serio que todos nos callamos. Mi madre, mi padre, yo, el Imbécil, y hasta la Chirli, que estaba cantando en ese momento la música de un anuncio. Y dijo mi abuelo que si no fuera porque en la casa de Mota del Cuervo (Cuenca) no hay calefacción ni le funciona la fontanería del váter el que se iba a separar de nosotros iba a ser él. Como verás, somos multipropietarios pero todas nuestras propiedades están hechas una porquería.

Elvira Lindo