1 de enero de 2014

El escondite

El verano era para mí jugar al escondite
hasta las doce en la plaza del pueblo,
aunque ya no haya pueblo, ni plaza,
ni doce que se me resistan, y el escondite sea
tan sólo una ilusión que, a veces, me asalta.
Imagino, ahora que el verano como lo soñé está escrito,
que el tiempo busca el recuerdo para medirse.
Debo suponer entonces que he vivido,
que fui yo y no otra
la que se enamoró del reloj aquellas noches,
la que ahora puede meter la mano en el pasado
y arrancar una de aquellas rosas -borrosas ahora-
con las que el recuerdo me consuela.
Soy yo,
la que nunca pensó que podría escribir
sobre “el paso del tiempo”:
-¡Buá, estos poetas…! –decía.
Yo,
la que se salvó:
-¡por mí y por todos mis compañeros!

Rocío Saavedra