5 de noviembre de 2013

Mercurio y Argos


Diego Velázquez

La sombra de Júpiter era alargada, la muerte de Argos Panoptes a manos de Mercurio fue orquestada desde el Olimpo por el caudillo de los dioses. El origen de esto fue su capricho por la ninfa Io; el oráculo reveló a su padre, Ínaco, que si no repudiaba a su hija el rayo de Júpiter acabaría con él y toda su estirpe; una vez desterrada de su casa, Júpiter se unió a ella formando una enorme nube a su alrededor.

Juno no tardó en darse cuenta de la treta, ya prevenida por las frecuentes infidelidades de las que había sido víctima se dirigió al lugar donde estaban los amantes, encontrando a su marido junto a una hermosa ternera blanca; sospechando lo que había detrás le pidió a Júpiter que le permitiese quedarse con ella y la puso a cargo de Argos, el gigante de los mil ojos, que incluso mientras dormía mantenía algunos de ellos abiertos.

Mercurio, tocando una hermosa melodía con su flauta, consiguió cerrarlos para cortarle posteriormente la cabeza con su cimitarra.